"Se escribe para desquitarse, para defenderse
o para no tener miedo"
David Viñas
Por Federico Córdoba
Esos pibes de negro que llegan a Réquiem por la Avenida de Mayo pueden moler a palos a cualquiera. Ahora bien, les pueden hablar de tristeza y también de la muerte. Algunos tienen el rostro pintarrajeado de un blanco pálido. Digas lo que digas, no va a surtir efecto. ¿Tristes? ¿Amargados? La televisión (esa que muestra la pobreza como si fuera novedad) los expuso solos, enjaulados en sus propias cuevas, sin más que la compañía de ellos mismos. Para los noticieros, los góticos fueron poca cosa: una simple tribu que sirvió para evidenciar la decadencia de la juventud. Eso creyeron los que llevaban la cámara en mano. Por eso ahora, después de los quilombos de la tele, de la discriminación de la clase media, los góticos no pretenden hablar con nadie. Con nadie. “Los medios nos traicionaron, mostraron a un par de giles que se creían darkies, porque estaban vestidos de negro y se cortaban las venas frente a las cámaras”, dicen. Y tienen razón: las tribus urbanas fueron la carne de los cañones mediáticos durante 2008 y comienzos de este año. Y cuando los productores se dieron cuenta de que eso no vendía (que los pibes sólo se juntaban para escuchar música y no hacer ningún tipo de bardo), se fueron a buscar lío a las bailantas de Constitución y el conurbano bonaerense. Esos pibes de negro pueden moler a palos a cualquiera. Pero no.
Uno de los lugares comunes de la prensa fue escarbar en la mente de los más jóvenes, en la de aquellos que pensaron que la definición total de gótico y de vampirismo estaba en la Wikipedia. Esos fueron los que cayeron más fácil en la trampa de la televisión. Nadie escarbó en los sentimientos, en la pasión de esos pibes por la música, en los grupos de rock góticos que hay y que, a fuerza de empuje, recién ahora están tratando de copar la parada. ¿Existe una escena under gótica? Las bandas se contradicen. Algunos piensan que están desunidos, que no pelean todos juntos como en Chile (donde la movida es un poco más fuerte y se nota una unión, aunque despareja, pero unión al fin) y que, por sobre todas las cosas, prima un halo de individualismo dentro del movimiento. Este 2009 fue el año del vampiro. O el año de la oscuridad. La saga Crepúsculo invadió las librerías y los cines, se estrenaron series en los canales de cable, se reeditaron clásicos de la literatura vampírica y algunas investigaciones sobre el mito de aquellos a los que les agrada chupar sangre. Además, llegaron Peter Murphy (el padre del gótico), The Ssters O Mrcy, Depeche Mode y el grupo de deathrock, Christian Death.
Hay algo que es claro: no hay lugar para todas las bandas. Algunas tienen que emigrar. El destino: Chile o Brasil. Uno de los ejemplos es el de Crucifix Nocturnal Christians, un grupo argentino de gothic rock que tuvo que disparar para el país trasandino, donde, según cuentan ellos, la movida es mucho más amplia. “La escena chilena es la más grande de Sudamérica. Hay fiestas para 1200 personas, y de más gente cuando llegan bandas internacionales. De hecho, muchos de los grupos que llegan a Chile, no van a otros países de Sudamérica. Lo que sí tiene Argentina es mucha cantidad de bandas, que se están haciendo conocidas fuera del país por su calidad”, le cuenta a TEA, desde Chile, la cantante Alejandra Mucaled.
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