Por Javier M. Berro
Cuando era chico, mucho antes de plantarse o imaginarse en el terreno del periodismo, Gustavo Olmedo soñaba con pintarse la cara, usar plataformas altas, brillos y cuero; luchar contra los fantasmas, o escupir sangre. Ser uno más. Estar en la tapa. Ser un andrógino personaje del grupo Kiss -integrado entonces por Paul Stanley, Gene Simmons, Peter Criss y Ace Frehley- en la portada del disco “Dinastía”.
El tiempo ha premiado con creces su obstinada pasión por el rock pesado y el periodismo, y acaba de editar su primer libro, titulado “El Circo del Rock”, en donde se propone destruir la imagen sagrada que los fanáticos tienen de sus ídolos. Olmedo, ahora de 40 años, no sólo ha crecido sino que ha logrado despojarse de sus manías de aficionado fanático, matando aparentemente a su niño interior, pero al menos cumpliéndole antes su último deseo: ser el chico de la tapa, el “Chico Estrella” por un rato.
Treinta años después de aquella emisión televisiva en blanco y negro por la que conoció a sus ídolos, Gustavo Olmedo se animó a plasmar por escrito aquellas experiencias periodísticas –o el detrás de escena de las mismas- que cualquier periodista, con carácter y peso propio, se moriría por contar. Y aunque el autor no se proponga resolver enigmas filosóficos, ni compartir claves de su oficio, le alcanza para entretener el poner la lupa sobre aquellas historias sobre sus viajes y encuentros con algunas de las estrellas más famosas del rock mundial. ¿La lista? Kiss, Ozzy Osbourne, Carlos Santana, Mick Jagger, Eminem, Ian Gillan, Faith No More y Alice in Chains.
“Hasta donde yo sé -y puedo equivocarme-, no existe otro libro como éste. He tenido la suerte de viajar bastante durante los últimos trece años. Pude presenciar conciertos increíbles y entrevistar a varias de las mayores y menos estrella del rock y del pop”, resume Olmedo, autor del libro y conductor de “Apagá la tele” y “Tiempos Violentos” (FM Rock & Pop).
El relato autobiográfico y la crónica en primera persona mueven, en clave de rock movie y estética beatnik, los hilos narrativos de este circo literario. Ocho capítulos (y ocho entrevistados) le sirven al conductor radial para estirar la cuerda lo suficiente sin que se corte. Logra marcar el ritmo y el interés enlazando historias y anécdotas mínimas de su vida personal con los momentos cruciales de sus viajes, las intervenciones polémicas y las pizcas de humor negro e ironía de su estilo.
Con lenguaje coloquial, Olmedo le saca punta a su prosa picante y al servicio del ejercicio de la crítica y la defensa personal de su lugar de pertenencia en la música –el rock pesado-. El periodista juega al sin cassete y evidencia al máximo su propósito como escritor: mostrarse auténtico y de incómoda honestidad, aunque le meta el dedo en la llaga del gusto popular de sus lectores. Un ejemplo: “(Los Beatles) Por separado me han parecido unos viejos chotos, sobre todo Paul McCartney, que tiene cara de gordito boludo de clase…”.
¿Algunas travesías del autor? Un excitado Ian Gillan -voz de Deep Purple- que lo habría querido ¿acosar?; su casi trifulca con Eminem y su séquito de guardaespaldas; y la vez que por arrojar los trajes super-espaciales del cuarteto maquillado más famoso del mundo, Kiss, casi se queda sin entrevista y sin trabajo. Queda para el bonus track que no fue: las transcripciones completas de las entrevistas emitidas en su momento por la radio para la que Olmedo sigue trabajando.
Olmedo’s experience
Fue gracias a sus reiterados aportes como traductor de ocasión del programa radial de Mario Pergolini, “Cuál es?”, que empezó a escribir en páginas las mejores memorias de su experiencia periodística. Antes, en 1991, había trabajado en la inolvidable revista de rock duro “Madhouse”. En 1995 pasó por Clarín y en 1996, por Rock & Pop, donde trabaja desde hace 15 años, al frente de un par de programas y transmisiones. Además, participa semanalmente con su columna de noticias internacionales en el ciclo de Pergolini, Eduardo De la Puente y Marcelo Gatman. Tuvo un paso fugaz por la televisión: en la temporada 2000 y 2005 estuvo en Much Music, y en tan sólo dos apariciones en Caiga Quien Caiga.
En el prólogo del libro, el hombre de la voz ronca, juventud eterna y ojos azules opina sobre su colaborador: “Es un tipo callado, un poco serio y reservado, con un extraño sentido del humor, pero a la hora de hablar con músicos o relatar un concierto se transforma y comienza a aparecer otra persona. Esto se puede interpretar de dos maneras. La más lógica -agrega Pergolini- sería pensar que es un tipo serio al que le gusta mucho su trabajo. La otra es que está completamente loco y más allá de todo compromiso social. Para ser sincero, la segunda opción lo hizo entrar por completo en “Cuál es?”.
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