Subo un texto viejo, pero necesario para pensar el rock, la violencia y la desidia.
Por Federico Córdoba
Valdría la pena preguntarse cuál debería ser la postura que tendría que tomar un músico después de una tragedia. Aquí conocemos sólo la parte del avestruz (esconder la cabeza, dejar que todo pase, que pague otro las cuentas propias). El rock nacional no conocía de desastres, hasta que llegó Walter Bulacio. Después, Cromañón. En Viejas Locas apareció la represión policial (una brutal cacería a palos y balas por todo Liniers) que dejó a Rubén Carballo, un pibe de 17 años, en coma durante casi un mes, y que el martes falleció en el hospital del Centro Gallego. Ahora, y según comentarios de testigos, una avalancha durante el show de Las Pastillas del Abuelo, en el estadio de Ferro, terminó con la vida de Melisa La Torre, una joven de apenas 20 años.
Valdría la pena preguntarse qué pasará después de todo y qué pasó realmente con la golpiza que recibió Carballo, horas antes del recital de la banda de Pity Álvarez, en Vélez Sarsfield. Y también, cuestionar los métodos de organización de shows masivos. Pero ¿qué pasó realmente el sábado pasado en el estadio de Ferro? Todo es contradictorio. Sin embargo, en uno de los canales de Las Pastillas del Abuelo, en Facebook, Magali Chiappetta (que asistió al recital) comenta algo escalofriante y que vale la pena transcribir: “… me fui acomodando con una amiga adelante de todo, en el medio. Al rato ya no se podía respirar, te empujaban y pedíamos por favor que no lo hagan porque nos empujaban contra la valla. Pedíamos por favor que se corran para atrás. Hasta que una valla cedió. Ahí también solicitamos que se corran para atrás para que la puedan arreglar pero nadie escuchaba y aprovechaban para seguir empujando. Cuando terminaron de arreglarla se rompió otra valla. Le gritábamos a la gente que estaba arriba del escenario- que se suponía que eran de la organización- que pidieran por micrófono que paren porque no aguantábamos más la presión y el recital todavía no había empezado. No solo no hicieron eso, sino que había un hombre que corría por el escenario "agitando" a la gente, y hacía señas de que Las Pastillas iban a salir cuando todavía no habían terminado de arreglar la otra valla. Cuando salió el Piti, una avalancha vino para adelante y perdí a mi amiga (…) Quería salir de ahí. Irme para atrás...pero era imposible. Un chico me agarró del cuello y me ayudó a ir para delante donde estaban los de seguridad. Estaba mareada pero logré llegar hasta la valla. Mi amiga estaba ahí, así que ella salió y atrás entre dos de seguridad me sacaron. Fui a un montón de recitales- no solo de Las Pastillas- y nunca vi que sacaran tanta gente (…) Cuando me sacaron, logré escuchar que uno de la organización le decía al que me había sacado a mí: ´Esto es rock. No podés estar sacando a todos. Que se la aguanten´. Me dio mucha bronca pero no tenía fuerzas para contestarle. Llegué hasta el final del vallado y me senté. Ahí recuperé fuerzas”. El estado de situación era de pleno caos.
Rock y patria (Primera parte)
Jugutes Para No Olvidar | sábado, 1 de mayo de 2010 | Etiquetas: Federico Córdoba
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