(viene de parte I)
El trámite para gestionar el subsidio en el INCAA, no sólo suele ser engorroso sino que, además, la plata se obtiene recién al finalizar el rodaje, a poco tiempo del estreno. Para conseguirlo: primero hay que presentar el guión que será evaluado por un comité de evaluación del Instituto que lo declarará o no de interés. Si se cumple la primera condición, se deberá presentar un presupuesto detallado de lo que se requiere para su producción, o post-producción, en caso de que sea sólo esta la necesidad. Con la última aprobación, ya está asegurado el asunto.
Pero si aún así sigue faltando el dinero para comenzar a rodar. Éste se puede conseguir a través de un crédito que ofrece el mismo Instituto. En pocas palabras: la plata se devuelve con lo que ellos mismos ceden a través del subsidio. También, se puede solicitar sólo el prestamo, con los avales pertinentes, y pagarlo en las mismas condiciones que cualquier otro.
Dice al respecto, Edgardo Cabeza, director y guionista del documental Che, la eterna mirada (2004) y el largo Palabra por palabra (del 2007, con Patricio Contreras y Katja Alemann) que “el INCAA es un proceso agotador, pero aún así el 99% de las películas argentinas en cartelera tiene su apoyo”. En su caso, además de contar con la ayuda del subsidio estatal, logró financiamiento del exterior gracias a que su película fue elegida en un concurso de cine que invierte en dólares en las películas ganadoras. Algo más que sustentable, cuando se trata de cifras como los U$S 250 mil que obtuvo él a través de un certamen que realizó una empresa española.
Estas alternativas, impulsadas por grandes productoras o festivales internacionales y nacionales, resulta más que interesante. Pero las vacantes son pocas y la competencia en las mismas es mucho mayor. Con las mismas posibilidades, se puso en marcha el año pasado el primer fideicomiso financiero de cine en Argentina “InvertFilm”, impulsado por un conglomerado de cinco grandes productoras cinematográficas que tuvo la misión de conseguir 5 millones de pesos para financiar dos películas, "Música en espera" de Hernán Goldfrid (actúan Diego Peretti y Natalia Oreiro) y "Motivos para no enamorarse" de Mariano Mucci (protagonistas, Celeste Cid y Jorge Marrale) cuyos guiones han sido los ganadores de un concurso organizado por Cine.ar y el INCAA.
En la mayoría de los casos, a la productora principal, sea con fines comerciales o para brindarle un marco legal al realizador independiente, se le suele sumar la co-producción de una o varias productoras pequeñas que aportan poca cantidad de dinero, tal vez, sin recuperar la inversión, pero con el fin de sumar a su cartera de clientes un proyecto nuevo. Las cooperativas, dice Flavio Nardini que “están sujetados al éxito en los cines y demás, porque si el proyecto fracasa, van a perdida todos o se cobran monedas, desde el director hasta al camarógrafo”. Vale agregar, que éste “modus operandi”, como lo define Cabeza, “sirve para escapar a las exigencias de los sindicatos de actores y otros del cine”. Ésta práctica se utiliza en menor medida gracias a los progresos financieros, principalmente del INCAA, y las estructuras de nuevas productoras.
El negocio del cine y su lucha por concretarlo siempre resultará tedioso, pero fuera de ella, como concluye Nardini: “El cine tiene algo hermoso que hace que haya gente, actores o camarógrafos, que trabajen gratis sólo por placer”.
Pero si aún así sigue faltando el dinero para comenzar a rodar. Éste se puede conseguir a través de un crédito que ofrece el mismo Instituto. En pocas palabras: la plata se devuelve con lo que ellos mismos ceden a través del subsidio. También, se puede solicitar sólo el prestamo, con los avales pertinentes, y pagarlo en las mismas condiciones que cualquier otro.
Dice al respecto, Edgardo Cabeza, director y guionista del documental Che, la eterna mirada (2004) y el largo Palabra por palabra (del 2007, con Patricio Contreras y Katja Alemann) que “el INCAA es un proceso agotador, pero aún así el 99% de las películas argentinas en cartelera tiene su apoyo”. En su caso, además de contar con la ayuda del subsidio estatal, logró financiamiento del exterior gracias a que su película fue elegida en un concurso de cine que invierte en dólares en las películas ganadoras. Algo más que sustentable, cuando se trata de cifras como los U$S 250 mil que obtuvo él a través de un certamen que realizó una empresa española.
Estas alternativas, impulsadas por grandes productoras o festivales internacionales y nacionales, resulta más que interesante. Pero las vacantes son pocas y la competencia en las mismas es mucho mayor. Con las mismas posibilidades, se puso en marcha el año pasado el primer fideicomiso financiero de cine en Argentina “InvertFilm”, impulsado por un conglomerado de cinco grandes productoras cinematográficas que tuvo la misión de conseguir 5 millones de pesos para financiar dos películas, "Música en espera" de Hernán Goldfrid (actúan Diego Peretti y Natalia Oreiro) y "Motivos para no enamorarse" de Mariano Mucci (protagonistas, Celeste Cid y Jorge Marrale) cuyos guiones han sido los ganadores de un concurso organizado por Cine.ar y el INCAA.
En la mayoría de los casos, a la productora principal, sea con fines comerciales o para brindarle un marco legal al realizador independiente, se le suele sumar la co-producción de una o varias productoras pequeñas que aportan poca cantidad de dinero, tal vez, sin recuperar la inversión, pero con el fin de sumar a su cartera de clientes un proyecto nuevo. Las cooperativas, dice Flavio Nardini que “están sujetados al éxito en los cines y demás, porque si el proyecto fracasa, van a perdida todos o se cobran monedas, desde el director hasta al camarógrafo”. Vale agregar, que éste “modus operandi”, como lo define Cabeza, “sirve para escapar a las exigencias de los sindicatos de actores y otros del cine”. Ésta práctica se utiliza en menor medida gracias a los progresos financieros, principalmente del INCAA, y las estructuras de nuevas productoras.
El negocio del cine y su lucha por concretarlo siempre resultará tedioso, pero fuera de ella, como concluye Nardini: “El cine tiene algo hermoso que hace que haya gente, actores o camarógrafos, que trabajen gratis sólo por placer”.
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