La primera parte, acá.
Por Federico Córdoba
Si bien el panorama no es superior al que se registra aquí, en Chile y en otros países de América latina hay mucha y mejor organización en lo que respecta al estilo. Pablo Dello Valle, guitarrista de Carnarium (un quinteto que mezcla el gótico con el metal y que además forma parte de la banda de sonido del documental Rojo Sangre, estrenada hace cuatro meses), imagina una comparación desde Buenos Aires: “Nuestra escena es la más chica. Fuimos a tocar a Ecuador ante más de 12.000 personas. Acá, el gótico no esta muy difundido. Recién este año empezaron a aparecer muchas bandas, pero con cuentagotas”, responde. ¿Pero es una moda o una alternativa a la música que circula con mayor frecuencia? “No, no es una moda. Esto tiene muchos años, pero el público se va sumando porque va rompiendo las barreras del prejuicio”, se sincera Pablo.
“Somos el under del under, la movida gótica acá siempre fue algo muy de abajo, donde todo te lo ganás a puro pulmón y por el respeto que le pongas a lo que hacés. Que sea chico no tiene que ver con la discriminación; pero después de los fenómenos de Evanescence y de Marilyn Manson, más allá de que me guste o no, la gente abrió un poco más la cabeza con respecto a esto. El público se predispuso mejor, y empezó a investigar”, explica Exequiel García Alí, cantante de St. Grial, banda que propone una interesante fusión de metal gótico e industrial. Y sigue: “Fijate que lo que hacemos siempre trata de resaltar algo. La luz no sería luz si no existiera la oscuridad”. Todos coinciden en algo, quieren que la escena levante vuelo. Si bien son medidos (el miedo al que se los tome para el chiste los deja en evidencia), todos abrazan una sola idea que resume Patrick Mills, cantante de Lastrax: “Ahora se viene un festival gótico, y eso suma para todos, no solamente para la música. Suma para la vestimenta, la poesía, el cuento oscuro, un festival completísimo, que cierra un año bastante interesante y que antes no se había vivido”. Y continúa con una verdad a la que, hasta ahora, ningún grupo se había acercado: “Yo no quiero que todo esto se quede estancado. En Brasil y en Chile se organizan recitales muy grandes, y acá tiene que pasar lo mismo. Está bien, no se va a llegar a algo tan grande como lo que pasa en Europa, sin dudas; pero Buenos Aires es la ciudad referente de la cultura gótica, dark y electro de toda Sudamérica, por más que haya más gente en otros países”, cierra.
Estos muchachos son los que crecieron leyendo a Anne Rice (autora del celebrado Entrevista con el vampiro). Y no sólo se quedaron con eso. También leyeron a Edgar Allan Poe, y no son, como escribió Jorge Luis Borges, esos que andan “por el mundo infundiendo horror a los hombres”. Más bien, son tipos comunes, unos pintados más que los otros. Pero son los que además de leer sobre la cultura gótica y curtirla desde adentro, la respetaron, le dieron un sentido más amplio, la mostraron en todos lados sin temor (Hadrian, uno de los góticos más representativos y capataz de las fiestas Gothic BA, brindó una conferencia sobre el tema en la última Feria del Libro), y no le temen al que dirán de los vecinos. Si en el siglo XVIII los vampiros fueron los que “infestaban los pueblos y mataban a los hombres”, hoy no son más que cultores de una cultura que les “salvó la vida”, literalmente.
La sangre brota (parte 2)
Jugutes Para No Olvidar | jueves, 15 de abril de 2010 | Etiquetas: Federico Córdoba
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