Primera y segunda parte.
Por Federico Córdoba
Esos pibes de negro que cruzan la Avenida de Mayo por Bernardo de Irigoyen pueden moler a palos a cualquiera. Pero no. Diseñaron su vida a la manera de la Bauhaus (la escuela de arquitectura alemana) y a través de los libros (El castillo de Otranto, de Horace Walpole y Las flores del mal, de Charles Baudelaire) y la música (Bauhaus, de Peter Murphy, Joy Division). Y también cabe la idea de imaginárselos amuchados, escuchando La Misión de los Eternos (www.lamision-eternos.com.ar), ese programa radial y de culto que sólo pasa música oscura como Hopeless y Theatre of tragedy, sólo por nombrar dos. Algunos, con el auge del vampirismo teen, el mismo que reflotó Stephenie Meyer con su saga de Crepúsculo y parece no tener fin, es uno de los temas al cual los músicos se refieren: “Lo vampírico solo es una parte de lo que significa todo esto. Creo que es la más trillada, porque todos los grupos tienen una canción que habla sobre eso. Igualmente pienso que lo que más atrae a la gente de estas bandas es lo esotérico, elegante, glamoroso y espiritual de la movida”, detalla Billy Ullo, cantante de Chrisallys, otra agrupación que mezcla lo gótico con lo industrial. Lyonel Flood de Flood of Tears, grupo argento que se presentan seguido en Montevideo, Uruguay, le dice a TEA: “A veces parece que todos pensamos que la escena es chica. Y no creo que Crepúsculo ni nada de eso haya ayudado a que esto creciera. Por ahí tiene que ver con la saturación que hay con bandas de rock que escuchamos en todos lados. Pero básicamente tiene que ver con uno mismo, con lo que propone cada estilo. Pero nunca pensé en esa relación de un libro con una banda, tal vez pueda pasar en este caso”.
Uno de los más especializados en el tema de la oscuridad en la cultura popular argentina es Juan Andrés Celasco, alma de Lamia, un proyecto musical de electro-medieval (algo así como mezclar la electrónica con la música de cámara), y amo y señor de Karma Records, un sello autogestionado que publica, además de discos de bandas nacionales del palo gótico, grupos de afuera. “La idea empezó porque los compacts importados estaban muy caros. Y básicamente para fomentar, en el exterior, lo mejor que tenemos acá”, se sincera Celasco, que, además de todo esto, es el organizador del primer Karma Fest, un festival que unirá a diversas corrientes de la música oscura de la Argentina. “El objetivo es instalar el Karma como festival importante. Esta primera fecha está conformada solo por bandas de afuera, pero estamos pensando, para el próximo, traer a grupos del exterior”, puntualiza.
Para los vecinos, los pibes de negro que llegan por la Avenida de Mayo al boliche Réquiem, pueden moler a palos a cualquiera. La televisión los mostró cortándose las venas, transándose a un par de floggers, riéndose de su propia miseria. Claro, fueron carne de cañón durante un tiempo. A los productores televisivos ya no les importan las tribus urbanas. Les podés decir tristes, amargados. Hasta Peter Capusotto lo hizo (“La parodia que hizo de nosotros fue muy buena, y siempre que lo veo me cago de risa”, dice Pablo, de Carnarium). Pero más allá de todo, los góticos, darkies y oscuros, van un paso más adelante. “Queremos hacer algo que tenga sentido estético”, coinciden. En resumen, algo que valga la pena. Es por eso que ya empezaron. Y no les importa la opinión de la gente.
La sangre brota (parte 3)
Jugutes Para No Olvidar | sábado, 17 de abril de 2010 | Etiquetas: Federico Córdoba
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